Eran las 18 horas de la tarde y la brisa del mar me llevaba hacia ti.
Me mirabas y yo te contemplaba de lejos meneando tu silueta cuando ibas acariciando la arena.
Yo me recogía en tu mirada y callada con tu boca! ¡Parecías darme besos que el aire llevaba!,
! Qué diría la brisa callada del mar y el tardecer sereno que a mí venía!.
Era aquella figura mía que hacía ti iba y los dos paseábamos tranquilos por la orilla del mar azul que como el cuadro pintaba en mi imaginación tumbada en la cama recordándote amada mía,
“Si el mar hablara y el agua oyera seguro diría que te quiere,
si el viento viera y la arena fueras
tú seguro me diría que me quieres”.
