A Ti, Dios mío, te canto,
y mi
A Ti, Dios mío, te canto,
y mi pensamiento elevo.
Oh, mi Dios, eres consuelo,
y ¡sé que me quieres tanto!…
Me desborda de alegría
pensar en Ti, Trinidad
y de gran felicidad
pues vivo en Ti, cada día.
Qué hermosura, qué delicia,
qué gran regalo de amor
que venga a mí el Señor
y con su suave caricia
me
me llene a mí de contento,
dándome toda su vida
sin mesura, sin medida
infundiendo en mí su aliento.
IV
Uno y Trino es mi Dios,
maravilloso, amor,
que me invita a vivir
¡Oh, que gran felicidad!,
pues mi Dios está en mí.
¿Qué más puedo yo querer
morando
Dios mío, continuamente
me tienes en tu pensamiento,
y no dejas de mirarme
ni un momento.
Me llevas grabada en tu palma,
y como María yo canto
que te engrandece mi alma,
pues Señor, ¡me quieres tanto!
Gloria a Ti, Padre querido,
y a Ti, Jesús el Señor,
que con el Espíritu Santo
palpitáis en amor.
V
Tres llamas de un mismo fuego,
tres personas, solo un Dios,
que me llena, que me habita,
que me ofrece su calor.
Dios vivo que es amor
Dios vivo que es Trino y Uno,
que es todo don, buen amigo.
Tres llamas de un mismo fuego,
tres personas, sólo un Dios,
que se hace pan y caricia,
consuelo, entrega, corazón.
¡Cómo agradecer al Señor
su constante presencia,
su infinita misericordia,
su consuelo, abrazo y perdón!
Gracias, mi Dios Uno y Trino,
a Ti que eres comunión,
y nos invitas a ser
contigo, en el Amor.
Gracias porque la alegría
que rebosas, y el amor,
nos las ofreces junto contigo
cada día, en cada ocasión.
A Ti yo quiero cantarte,
agradecer tanta bondad,
y no cesar de alabarte
desde mi fragilidad.
Gracias, Señor por tu vida,
gracias, Señor, por tu amor,
gracias por ser luz y guía,
gracias por todo, Señor.
A Ti, Padre cariñoso,
Hijo Amado, Espíritu entrañable,
sea siempre la Gloria,
por siempre tu nombre loable.